miércoles, 23 de noviembre de 2011

Dependencia

 Le costaba pensar siquiera en la idea de la existencia de un hueco en su cabeza en la que no estuvieras tú. Y notaba como hacías amagos de desaparecer, amenazando con no volver jamás.
 Era triste, era extraño, era algo nuevo a lo que ella no estaba acostumbrada y de lo que no tenía intención de acostumbrarse. Era trágico abandonar un libro sin terminar, sin conocer, sin descubrir cada rincón, cada punto ciego y maravilloso.

 Era agónico, pero la utopía de verte desaparecer se abrió paso y se negó a dejar que otro alguien ocupase tu trono; el trono que siempre pertenecería al viento.






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