domingo, 27 de noviembre de 2011

Custodio número trece

Huye, corre y encuentra todo aquello que buscas e intentas hallar; nada de esto será en vano. Ve y piérdete entre las olas de un mar enfurecido o en el viento que sopla en los acantilados.
¿Ya estás listo para el más puro final?
Dime que no ha pasado mucho tiempo, que no somos los mismos pero que el dolor ha cesado. ¿Cuál es la pregunta ahora? ¿Somos felices? ¿O seguimos con la ilusión perdida porque no hemos querido traerla hasta aquí?
 El viento resurgía lento y amargo y el mundo giraba entonces diferente. Todo volvía, de nuevo todo regresaba pero nada era igual. Tan solo el sueño era capaz de aludir al recuerdo; ni el cuerpo, ni la voz, ni siquiera el contacto. El recuerdo, tan solo el recuerdo era lo que reflejaban tus ojos. Como trocitos de espejismo que proyectaba un sueño roto.
 Era como dar marcha atrás para vivir lo antes vivido; realmente lo que yo siempre quise desde que tú, Viento, decidiste marchar y volar errante en otros rumbos.

 Pero es un recuerdo viejo que vaga anciano por los más sombríos rincones de mi conciencia. Un vendaval, una brisa, un huracán; tan inerte, tan poco vivo, tan yermo como lo son ahora aquellos días de invierno.

 Nunca se es consciente cuando se vive el amor. El amor es algo pasado, tan solo somos capaces de recordarlo.

sábado, 26 de noviembre de 2011

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Dependencia

 Le costaba pensar siquiera en la idea de la existencia de un hueco en su cabeza en la que no estuvieras tú. Y notaba como hacías amagos de desaparecer, amenazando con no volver jamás.
 Era triste, era extraño, era algo nuevo a lo que ella no estaba acostumbrada y de lo que no tenía intención de acostumbrarse. Era trágico abandonar un libro sin terminar, sin conocer, sin descubrir cada rincón, cada punto ciego y maravilloso.

 Era agónico, pero la utopía de verte desaparecer se abrió paso y se negó a dejar que otro alguien ocupase tu trono; el trono que siempre pertenecería al viento.