miércoles, 10 de octubre de 2012

martes, 18 de septiembre de 2012

 Tal vez me encuentre eternamente obligada a escribirte, atada a tu voz, a tu nombre y a tu cuello por temor a caer y perder todo aquello que jamás fue mío. Y, si no te escribo? Qué queda entonces? Qué conservo de ti que tan poco me cedes y tan poco me muestras? Tanto amé, tanto supliqué a mis dioses que jamás te fueras, tanta saliva y tantas lágrimas que solo servían para ahogarme. Tanto fue lo que perdí. Por ti.
 Pero, como el viento, te escapaste de entre mis dedos y me hundí en otras lagunas, soñé con otras bocas, soñé con otros cuerpos.

martes, 10 de abril de 2012

 Una cosa es el exilio y otra cosa es el éxodo. En el exilio lo ponen a uno de patitas en la frontera y el expulsado se va con su nostalgia a cuestas en busca de otra tierra, otros sabores, otra razón de ser. En el éxodo, en cambio, es uno el que se arranca, el que quiere ser otro. Sin embargo, exilio y éxodo tienen algo en común: el alrededor, al principio ilegible, que de a poco se aprende. Uno mira el paisaje como si fuera un simple repertorio y acepta los nuevos rostros como suma de instantáneas. La pasarela por donde llegamos se diluye en un suspiro y la vieja maleta nos pide la abramos. Allí está el corazón del viaje. Conviene no extraviarlo. Hay que respirar hondo con los ojos cerrados y casi enseguida abrirlos por si acaso.
 Empezamos a hablar a solas porque la nueva obsesión será no olvidar nuestra lengua. De pronto hablan otros y sorpresivamente sabemos lo que dicen. Con otro deje, claro, otro cantito, que nos entra en los oídos como una bendición. Y ahí nomás la añoranza se mezcla con la sorpresa, la melancolía con el asombro. Curiosamente, el pan tiene gusto a pan y el dolor ajeno se parece al nuestro.
 ¿Volveremos? Al menos los pájaros vuelven, o sea que tendremos que aprender a volar.
 Bajo esta luna o bajo aquella, el beso de aquí se parece al de allá. ¿Volveremos? Habrá que regar con sentimientos las ganas de volver, cada una en su maceta.

Mario Benedetti
 

lunes, 26 de marzo de 2012

VIIXIIMMXI

 Pasé mis últimos llantos amando a un hombre que no me amaba sino que amaba a una mujer de la que nunca supo si volvería y regresé del viaje con más miedo que esperanza.
 Me hundí tan profundo que perdí de vista mi humanidad y, refugiándome en largos pasillos con demasiadas puertas, di por hecho que no hallaría salida.
 Puedes buscar y encontrarme rota, buscar y encontrarme seca o muerta o hambrienta.

 Y, tras besar por última vez el frío metal de mi vida, te encontré bebiendo de mis lágrimas al despertar.

martes, 6 de marzo de 2012

No creo en Dios, pero le tengo miedo.

GGM

 Era lo último que iba quedando de un pasado cuyo aniquilamiento no se consumaba, porque seguía aniquilándose indefinidamente, consumiéndose dentro de sí mismo, acabándose a cada minuto pero sin acabar de acabarse jamás.

GGM

 Cuando a una persona le falta una pierna siente dolor, calambres, cosquillas en aquella pierna que ya no está.
 Así me sentía yo sin ti, sintiéndote estar donde ya no estabas.