martes, 18 de septiembre de 2012

 Tal vez me encuentre eternamente obligada a escribirte, atada a tu voz, a tu nombre y a tu cuello por temor a caer y perder todo aquello que jamás fue mío. Y, si no te escribo? Qué queda entonces? Qué conservo de ti que tan poco me cedes y tan poco me muestras? Tanto amé, tanto supliqué a mis dioses que jamás te fueras, tanta saliva y tantas lágrimas que solo servían para ahogarme. Tanto fue lo que perdí. Por ti.
 Pero, como el viento, te escapaste de entre mis dedos y me hundí en otras lagunas, soñé con otras bocas, soñé con otros cuerpos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario