domingo, 27 de noviembre de 2011

 El viento resurgía lento y amargo y el mundo giraba entonces diferente. Todo volvía, de nuevo todo regresaba pero nada era igual. Tan solo el sueño era capaz de aludir al recuerdo; ni el cuerpo, ni la voz, ni siquiera el contacto. El recuerdo, tan solo el recuerdo era lo que reflejaban tus ojos. Como trocitos de espejismo que proyectaba un sueño roto.
 Era como dar marcha atrás para vivir lo antes vivido; realmente lo que yo siempre quise desde que tú, Viento, decidiste marchar y volar errante en otros rumbos.

 Pero es un recuerdo viejo que vaga anciano por los más sombríos rincones de mi conciencia. Un vendaval, una brisa, un huracán; tan inerte, tan poco vivo, tan yermo como lo son ahora aquellos días de invierno.

 Nunca se es consciente cuando se vive el amor. El amor es algo pasado, tan solo somos capaces de recordarlo.

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